MELILLA Y EL AUTOMOVIL
Es innegable la importancia del automóvil en el momento actual, al que algunos incluso no han dudado en denominar “era del Automóvil”. Un invento centralizador de gran parte del capital mundial y que ofrece empleo a millones de personas. Sin ellos la faz de la Tierra sería otra.
Hoy, el vehículo a motor se puede decir que es casi sinónimo del transporte por calles y carreteras, quedando en el olvido otros medios de comunicación como antaño eran los de tracción animal. En Melilla, al igual que en cualquier ciudad, los coches constituyen un factor de gran incidencia en la vida diaria.
Las características de Melilla y su desarrollo han hecho que el devenir del automóvil en ella adquieran tonos peculiares, que merecen conocerse por su interés.
Antecedentes
Antes de que aparecieran por esta ciudad los vehículos automóviles, eran utilizados los caballos, mulos y asnos. Unas acémilas de difícil mantenimiento en muchas épocas por la falta de pastos y piensos. Así la guarnición desde el año 1650 hasta mediados del siglo XIX careció de fuerzas de Caballería.
El incremento de las relaciones comerciales con las cábilas fronterizas a partir de 1861, y la presencia en Melilla desde 1864 de los primeros comerciantes hebreos, hizo aumentar considerablemente el tránsito de mercancías a lomo de mulos, asnos e incluso camellos. No pudièndose emplear extensivamente los carros por lo quebrado del terreno y angostura de caminos y veredas que hasta la ciudad conducían.
La construcción de los fuertes exteriores a partir del año 1881 y sus caminos de acceso, al igual que el nacimiento del Barrio del Polígono en 1889 propició un mayor uso de vehículos de tracción animal destinados al transporte de personas, mercancías y materiales, especialmente de construcción.
Con ocasión de la Campaña de 1893 y ante la escasez de medios, el Ejército requisó todos los carros y acémilas existentes en la ciudad.
Por la escasez de agua existente en la ciudad, se aprovechaba la de lluvia que se almacenaba en grandes algibes. Estando prohibido el acceso al primer recinto amurallado de Melilla la Vieja de caballos y demás animales de carga, para mantener siempre limpias las calles, por donde debía discurrir el agua de lluvia antes de recogerse en los algibes.
Los “perreros”
El empleo de los transportes públicos de pasajeros utilizando la tracción animal comenzó en Melilla a partir del año 1889, con la construcción de primer barrio alejado y a extramuros de la antigua fortaleza: el Barrio del Polígono.
Aumentada considerablemente la población en el año 1910 a consecuencia de la Campaña del 9, nacieron nuevos barrios también alejados, como fueron los del Real e Hipódromo. Originando ello el crecimiento del número de carruajes destinados al transporte colectivo de pasajeros, destacando entre éstos los molestos, anticuados y destartalados “perreros”, conocidos con este nombre por ser una “perra gorda”, diez céntimos, el importe de su tarifa individual.
Los tan denostados como módicos “perreros” recibieron constantes críticas y denuncias por su pésimo servicio. Siendo incluso peligroso su uso al volcar con facilidad. Por ello el Municipio hizo mil y un esfuerzos por apartarlos de la circulación. Más hubo que esperar a la década de los años veinte del pasado siglo, para que gracias a la feroz competencia de los vehículos a motor: pequeños autobuses y taxis, fueran retirados de las calles de la ciudad.
Los precursores
Fue en 1909 cuando con motivo de las operaciones militares que se desarrollaron en las proximidades del territorio de soberanía, Melilla se incorporó al Mundo del Automóvil. Los primeros vehículos de tracción mecánica que transitaron fueron camiones militares y autos cedidos por el Rey, e incluso algunos patriotas españoles.
El primero fue el denominado armón número 7. Procedente de la Comisión de Experiencias de la Escuela Central de Tiro, Sección de Artillería, en periodo de pruebas y para facilitar el transporte de material y municiones de la Comandancia de Artillería de Melilla. Comenzó a prestar servicio el día 6 de agosto de 1909, con tan buenos resultados que enseguida llegó el armón número 6, y en octubre del mismo año los camiones números 4 y 8. Todos ellos constituyeron la primera unidad operativa de automovilismo del Ejército español en acción de guerra.
Los camiones 6 y 7 eran de la marca S.A.G., mientras que los 4 y 8 fueron fabricados por las firmas Schneider y Daimler, respectivamente. Todos consumían gasolina y recorrieron un total de 6.896 kilómetros.
Conocido el éxito alcanzado por los camiones, en los inicios de septiembre del mismo 1909 llegaron los vehículos cedidos por el Rey Alfonso XIII. Eran éstos un furgón de 12 plazas apto para transportar 1.000 kgs. de carga, y un camión de 2.500 kgs. de carga. Ambos de la marca francesa Delahaye y provistos de motores de gasolina de 28 H.P., capaces de alcanzar una velocidad media de 25 kms/hora. Unos vehículos veloces si los comparamos con los camiones de la Comisión de Experiencias de Artillería que sólo alcanzaban los 15 kms/hora.
Las experiencias obtenidas en la zona de Melilla sirvió para el avance y consolidación del automovilismo militar español. Tras las Campaña y en vista de los resultados satisfactorios logrados, en previsión de futuras contingencias, se adquirieron nuevos camiones.
El primer vehículo tipo turismo en circular por las calles de Melilla y su zona de influencia fue el matrícula MA-25, propiedad del acaudalado malagueño Amaro Duarte Moreno. Un vehículo marca Peugeot, descapotable y 9 H.P. de potencia. Fue desembarcado el día 23 de agosto de 1909, su dueño pasó a prestar servicio como soldado voluntario-conductor junto con el coche, pasando a formar parte de la Sección de Automovilismo de la Comandancia de Ingenieros de Melilla, actuando como órgano de enlace y transmisión de órdenes. Fue el primer auto “militarizado”.
También en 1909 prestaron servicio un par de ambulancias, una donada por un rico señor de Sevilla, Raoul Noel, de la marca Clement Bayard. Y la otra carrozada sobre un vehículo de la marca nacional Hispano Suiza.
Igualmente se instaló en Melilla la Sección ciclista de la Brigada Mixta de Cazadores, teniendo asignada la misión de transmisión rápida de órdenes y comunicaciones. Una de estas bicicletas resultó destruida por la artillería propia en la toma de Zeluán.
Concluida la Campaña de 1909, poco después en Melilla comenzaron a prestar servicio algunos automóviles, con carácter de representación y a disposición del Comandante General.
En el año 1911 y con ocasión de la segunda visita a Melilla del rey Alfonso XIII, éste trajo en su comitiva tres automóviles.
Hasta el año 1914 no comenzaron a llegar a la ciudad los primeros vehículos a motor propiedad del vecindario. Un auto de la marca Beux y fabricado en Alemania, fue adquirido por la adinerada familia Salama. Desembolsando por él la respetable suma de 14.500 pesetas. A este siguió un Ford comprado por Pablo Vallescá, médico y presidente de la Cámara de Comercio. También en 1914 el Municipio, la Junta de Arbitrios, decidió contar con dos vehículos regaderas marca Albion fabricadas en Inglaterra. Al igual que la Comandancia General dispuso de un nuevo Ford, y los pilotos de la escuadrilla de aviación establecida en Zeluán, de varios autos de la misma marca Ford.
Las dos mencionadas regaderas fueron los primeros vehículos a motor en apoyar el Servicio Municipal de Bomberos, creado en el año 1905. El cual en sus inicios contaba con un par de carros tirados por mulos, y hasta aproximadamente el año 1930 no dispuso de autos específicos provistos de escalas y demás medios técnicos. Apareciendo éstos fotografiados en la Memoria del primer Ayuntamiento de la República, 1931-1935. Hay que resaltar que al ser numerosa la guarnición militar en Melilla, en caso de un grave siniestro, siempre acudía la unidad oportuna del Cuerpo de Ingenieros.
Como antecedente podemos mencionar el intento de establecer un servicio de autobuses en el mes de agosto de 1913, propiedad del francés señor Lupont.
Aplicación del Reglamento
A partir de que en 1914 circularan por las calles de la ciudad varios vehículos automóviles civiles, la Junta de Arbitrios dispuso que éstos portaran matrículas con la letra M por contraseña seguida del oportuno número de registro. Disposición errónea, pues el Gobierno Civil de Madrid, anteriormente, desde 1907 venía utilizando la misma letra M en los coches allí matriculados.
En los años 1915 y 1916 varias personas presentaron solicitudes para realizar el examen de obtención del certificado de aptitud de conductor de automóviles ante la Comandancia General de Melilla, órgano que asumía en la localidad las funciones propias de los gobiernos civiles. Estas solicitudes obligó a la Administración la aplicación en Melilla del ordenamiento legal específico : El Reglamento de 17 de septiembre de 1900, regulador del servicio de coches automóviles por las carreteras de España, y demás disposiciones complementarias. No siendo hasta 1917 cuando finalmente la Junta de Fomento fuera encargada de la tarea. Tras numerosas consultas, ese año 1917 comenzó los exámenes de conductores e inspección previa de autos para su inscripción en el registro de matrículas, ya por supuesto, con la contraseña ML, para no coincidir con la utilizada por la capital de España. Recordemos que la primera matrícula española fue concedida el 31 de octubre de 1900 y correspondió otorgarla en Palma de Mallorca.
El ingeniero industrial Francisco de las Cuevas y Rey ( 1886 – 1939 ), destinado en la Junta de Fomento de Melilla, fue el encargado de realizar los exámenes de conductores, inspecciones de vehículos automóviles y demás aspectos burocráticos. Un personaje inquieto que permaneció en la ciudad entre los años 1909 y 1932, ocupando un relevante lugar en la vida social, pues fue presidente de la Asociación de Ingenieros civiles, subdirector del diario “El Telegrama del Rif”, presidente de la Asociación de la Prensa, Cámara Oficial Agrícola y Ateneo. Hombre de confianza de Cándido Lobera, fue vicepresidente de la Junta Municipal.
La matrícula ML-1 correspondió a un vehículo marca Jeffery con carrocería tipo torpedo doble faetón. Propiedad del importante empresario Juan Muñoz Orozco, quien entonces ocupaba el cargo de secretario de la Junta de Arbitrios. También fue presidente de la Cámara de comercio y Casino Español.
Como curiosidad, podemos añadir que el señor Juan Muñoz junto con el médico de Sanidad Militar, Clemente Herránz , en el año 1914 presentaron a la opinión pública un invento consistente en un modelo de coche ambulancia provisto de un sistemas que facilitaba la carga y descarga de camillas.
Las primeras pruebas para la obtención del permiso de conducir en Melilla, fueron realizadas por José Frías García el día 10 de marzo de 1917. consiguiendo en este mismo año un total de veinte personas el preciado “Certificado de aptitud para conducir por todas las carreteras de España, automóviles que estén ya reconocidos y autorizada su circulación”.
La quinta personas en obtener el permiso de conducción fue Carlos Moran Alcalá, miembro de una antigua familia melillense ligada a la Compañía de Mar durante varias generaciones. Obligado a llevar un protector metálico en el pecho que le impedía realizar tareas duras, a consecuencia de un accidente que sufrió siendo niño y en el que falleció un hermano y tres amigos al derrumbarse la cueva en la que jugaban. Ello le indujo a tomar la profesión de conductor, trabajando para la empresa petrolífera Shell durante muchos años.
1921
A partir del año 1921 puede decirse que Melilla entró de lleno en la era del Automóvil. Como es conocido, en el verano de ese año se produjo en la circunscripción de la Comandancia General de Melilla la rota militar conocida como Desastre de Annual. Unos diez mil soldados españoles perdieron la vida y Melilla quedó bloqueada por tierra. Iniciándose enseguida las operaciones de desquite y reconquista del territorio perdido. Operaciones en las cuales se emplearon innumerables vehículos a motor. Algo inusual anteriormente en el territorio próximo a Melilla, donde habían escasos automóviles y además éstos solían permanecer fuera de servicio por avería. Muchas provincias españolas a través de suscripciones públicas donaron al Ejército camiones e incluso aviones. El ejemplo fue seguido por el empresariado civil, quien reemplazó sus antiguos medios de transportes por modernos y competitivos autos. Podemos referir que si bien hasta 1920 tan sólo se habían matriculado en Melilla un total de 25 vehículos, en 1921 fueron inscritos 58 y en los años siguientes, 122, 158 y 128 respectivamente.
Motociclismo
En los años setenta del pasado siglo se creó el Club Motociclista de Melilla, siendo su presidente Miguel Angel Hernández González . Antecedente remoto de esta entidad fue el Moto-Club Melilla, que organizó su primera excursión en el año 1931, a la vecina población marroquí de Uxda.
En los años cincuenta, tras la guerra civil y difíciles que siguieron, los motociclistas locales recobraron su antigua vitalidad, organizando frecuentes excursiones y exhibiciones tanto en la plaza de toros como en el estadio de futbol.
Años después, fueron una serie de competiciones informales desarrolladas bien en las proximidades del fuerte de Sidi Guariach o antigua playa de Miami. Las cuales dieron lugar al nacimiento del Club Motociclista de Melilla en 1975.
Podemos señalar como dato anecdótico, que el día primero de mayo de 1976, intervino en un simpático acto celebrado en la Plaza de Toros Miguel A. Hernández, como primer torero-motorista en la historia local.
Hacía el año 1989 renació el Motoclub Melilla, gracias al empeño de Manuel Coronil, campeón de España en la modalidad de 80 cc. en 1975.La pista municipal para pruebas todo terreno enclavadas en la antigua Huerta Salama, llevaría el nombre de Coronil. En torno al año 1990 se desarrollaron varios campeonatos a nivel nacional.
En mayo de 1991 tuvo lugar el primer encuentro Melilla – Ceuta. Y en febrero de 1991 la primera Concentración Internacional Ciudad de Melilla.
Junto a las figuras de Miguel A. Hernández y Manuel Coronil, han destacado nombres como los de Miguel Meliveo, Manuel Martínez –hijo del fundador de la Autoescuela Miguel-, y José Tello. Este último introducido en el mundo del motor desde su infancia y que ha sabido inculcar en sus hijos la afición.
Concesionarios
En torno al año 1921 los vehículos marca Ford eran los más vendidos en nuestra ciudad, al igual que los de mayor comercialización a nivel mundial. El comerciante Gerardo de la Puente y Jiménez fue el agente oficial de esta importante firma norteamericana, la Ford Motor Company nacida en Detroit en 1903. El señor de la Puente nació en Santiago de Cuba en 1880. Hijo de un oficial de Administración Militar, desde el año 1914 y hasta aproximadamente 1930 representó a la Ford en la ciudad, pasando entonces la concesión a manos de la Sociedad Moncada, Sánchez del Pozo y Compañía. Y poco tiempo después, en 1933 a la razón social Omnium Mercantil, S.L. Finalmente lo fue el señor Antonio Carcaño y desde 1975 la firma CERASA.
Otro importante establecimiento local concesionario de automóviles fue El Pedal de Oro propiedad de José Parres Hernández, natural de la población alicantina de Crevillente, quien tras probar fortuna en Orán, Argelia, en el año 1908 se estableció en Melilla. Primero instaló una zapatería y algunos años más tarde se introdujo primero en el ramo de las bicicletas y poco después en el de coches, representando inicialmente a la casa Fiat y más tarde a la norteamericana General Motors, fabricante, marcas como la Chevrolet y Opel. Su hijo Francisco Parres Puig se hizo cargo de la empresa en el año 1935.
Francisco Parres fue célebre en Melilla por sus “coplas”, unas singulares demostraciones practicas en diferentes puntos de la ciudad de las prestaciones de los coches por él representados.
En el año 1940, Manuel Campos Domínguez fue nombrado distribuidor oficial de la marca de autos Citroën y de los neumáticos Michelín, también de fabricación francesa. Unas empresas que en los años sesenta del pasado siglo igualmente se instalaron en España, la primera en Vigo y la segunda en Usurbil.
En el año 1973 la firma Campos Domínguez, N.C.R., pasó a denominarse CAMPOSA, al objeto de fortalecerse con la incorporación de los nuevos socios José Cabanillas Rojas y Carmen Perpén, esposa de Rodolfo Kraemer ( Concesionario Mercedes ). En 1974 la señora Perpén se apartó de la sociedad. Y en 1980 la empresa fue traspasada a Juan Monteros Giles. Finalmente Francisco Arias Jiménez se hizo cargo de la Citroën en Melilla en el año 1988.
Autobuses y taxis
Como ya hemos mencionado, en 1913 se intentó establecer un servicio de autobuses en Melilla. Concretamente, en el mes de agosto de 1913 fue inaugurada la puesta en circulación de un vehículo provisto de un motor de 40 caballos y carrocería adaptada para llevar cómodamente a 25 pasajeros, teniendo dividido el habitáculo en dos departamentos; uno de primera y otro de segunda categoría. Propiedad del francés señor Lupont, fue conducido por un experimentado chauffer ganador de varios trofeos en carreras automovilísticas de carácter internacional. Este autobús prestó servicio entre la Plaza de España y el Barrio del Hipódromo.
Tres años más tarde, en el mes de enero de 1916, desembarcó en el Puerto de Melilla otro autobús, propiedad de Manuel González y destinado a cubrir el servicio de viajeros entre San Juan de las Minas ( Seganga ) - estación término de la línea del ferrocarril de viajeros y mercancías de la Compañía Española de Minas del Rif - , y la posición militar avanzada de Kaddur. Estas primeras iniciativas tendentes a motorizar el transporte de viajeros tanto en Melilla como en su zona de influencia en el Protectorado, debieron tener escaso éxito. Pues a excepción de la llegada de los vehículos a la ciudad o bien inauguración del servicio, no hemos encontrado ninguna referencia de ellos en la prensa local.
Por ello consideramos que la motorización del transporte terrestre en Melilla se inició realmente tras el desastre militar de Annual en 1921. Cuando la economía local experimentó un fuerte crecimiento motivado por la llegada de un importante contingente de soldados para reconquistar el territorio abandonado, y consiguientemente la población civil también creció considerablemente.
En este año 1921 se matricularon en la ciudad los primeros autobuses, de las marcas Ford, G.M.C. y Fiat, generalmente provistos de carrocerías mixtas adaptadas para cargar personas y objetos al mismo tiempo.
La Junta de Arbitrios en su deseo de reemplazar a los viejos, desastrosos carruajes de tracción sangre por modernos y rápidos automóviles, facilitó la implantación de estos últimos no imponiendo ningún cupo en su número. Los primeros autobuses se destinaron a cubrir el trayecto de mayor demanda, el comprendido entre la Plaza de España y el punto de confluencia de los barrios Real e Hipódromo. Y cuando esta línea estuvo saturada de vehículos, autorizó otras nuevas; pero teniendo iguales o casi idénticos puntos de salida y destino. Ocasionando ello quejas entre los antiguos empresarios del sector.
El excesivo número de autobuses dio lugar a una gran competencia entre sus propietarios, los cuales llegaron a agruparse en distintas empresas en defensa de sus intereses. Empresas que entablaron guerras de precios en los billetes de pasajeros e incluso realizaron sabotajes entre sí. Una de estas empresas, la más importante, fue la compañía “Omnibus Automóviles de Melilla, S.A”, conocida popularmente como OAMSA, y creada en 1927 con capital de gente acaudalada de la ciudad . Tras una huelga, en 1933 pasó a manos de sus trabajadores y pasó a denominarse “Cooperativa Obrera Automovilista”, la actual COA, concesionaria en exclusiva hoy del servicio urbano del transporte de pasajeros.
Por si fuese pequeño el conflicto existente entre los numerosos empresarios de autobuses, también en aquellos años cobró inusitado incremento el número de turismos en servicio de taxis, normales y de lujo, así como de coches de alquiler con conductor.
Al igual que los propietarios de autobuses, muchos dueños de taxis se agruparon en la Cooperativa Obrera Taxista que tuvo su garaje en el local actualmente ocupado por el concesionario de la firma automovilística B.M.W.
Esta cooperativa, a consecuencia de la guerra civil española, en el mes de septiembre de 1936 sufrió la requisa de sus vehículos por parte de Falange Española, que los destinos para sus diferentes servicios represivos.
El taxi más famoso en la historia del automovilismo local fue sin duda, el matrícula ML – 3050, entonces el mejor de la ciudad. De la marca Chrysler, modelo De Soto, recientemente matriculado y gran cilindrada, 23 H.P.. Utilizándosele el día 30 de marzo de 1936 para perpetrar un atraco a mano armada en las oficinas del Banco de Bilbao. Cuatro soldados fueron los autores del asalto, quienes descubiertos y tras un tiroteo lograron huir, no obstante ser perseguidos por otro taxi ocupado por policías. Finalmente los bandidos atravesaron la aduana de Beni-Enzar y se internaron en Marruecos, donde fueron localizados y detenidos. Alegando éstos en su defensa que el botín estaba destinado a engrosar las arcas del SOCORRO ROJO INTERNACIONAL. El destino quiso que pocos meses más tarde, en julio, tuviera lugar el Alzamiento que dió origen a la guerra civil. Y rápidamente, en atención a su declarada relación con el Socorro Rojo Internacional, los cuatro soldados fueron fusilados.
Policía Local
Esta es la encargada de velar por la seguridad vial en las calles y escasas carreteras de la ciudad de Melilla. Se creó en el año 1893 como contrapunto de la severa y benemérita Guardia Civil, recién llegada, y ante el aumento considerable de población civil.
Inicialmente se denominó Guardia Urbana, en 1927 paso a llamarse Guardia Municipal. Después Policía Municipal y finalmente en 1990 Policía Local.
Fue a partir del año 1927 cuando en la entonces Guardia Municipal se instauró por primera vez en Melilla un servicio especial de Circulación, con la finalidad prioritaria de vigilar el cumplimiento de la normativa sobre tráfico, con señalada atención de la velocidad a la que marchaban los vehículos. Al mismo tiempo se creó una sección montada, con policías a caballo para prestar vigilancia en los barrios más alejados.
La sección de Circulación desapareció el 16 de mayo de 1989, y con ella los puestos fijos, cruces con circulación regulada por policías. Al instalarse en los puntos conflictivos semáforos.
En el año 1966 se dotó a la unidad de sus primeros vehículos a motor, cinco motocicletas marca Augusta y provista de matrículas comprendidas entre la ML – 8012 y ML – 8016. Creándose con ellas la Sección de Motoristas a mediados del mes de febrero de 1966. Un poco antes se emplearon varias motocicletas, una de ellas provista de sidecar, propiedad de varios policías.
El primer coche patrulla fue de la marca Land Rover, matrícula ML – 7466, en enero de 1968, y procedía del servicio de ambulancia de la Cruz Roja. Este primer vehículo así como las anteriores motocicletas contaron con transmisores de radio conectados con una emisora base situada en el Cuartel de la Policía Municipal.
Después pasaron a engrosar el parque móvil, cinco motocicletas marca Sangla ( 1971 ), una furgoneta Mercedes Benz ML – 0893 – A ( 1973 ), otra furgoneta Volkswagen, kombi ML – 2438 - A ( 1975 ), un turismo Renault, R-12 ML – 2641 – A ( 1975 ) y un Seat, 1430 ML – 2519 – A ( 1975 ). La escasez de medios era tal, que las dos furgonetas procedían de subasta.
En el año 1986 adquirió su primer radar de control de velocidad, cuyo coste ascendió a seis millones de pesetas.
Las camionetas al campo
Así denominaban los antiguos melillenses a la numerosa flota de autobuses que partiendo primero de diferentes puntos céntricos de la ciudad, y después de la estación situada a espaldas de la Plaza de España, se dirigían a las poblaciones y campamentos militares del Norte de Marruecos bajo protección española, así como puntos de Argelia y el Marruecos francés. Recordemos que hasta hace relativamente poco tiempo, Melilla fue capital cultural y económica del Oriente del Protectorado.
Las principales empresas fueron las denominadas “C.T.M.”, ”La Valenciana, S.A.”, “La Hispano Francesa”, “Transportes Melilla”, “La Hispano, S.C.P.” y “La Andaluza”.
Los célebres autobuses “Transportes Maanan” comunicaban Melilla con las vecinas poblaciones de Nador y Farhana, y fueron las últimas “camionetas al campo” en prestar servicios, hasta aproximadamente el año 1980.
La “Cooperativa de Transportes de Marruecos”, “C.T.M.”, tras alcanzar, en 1956, la independencia el vecino país, se estableció en La Línea de la Concepción haciéndose cargo del servicio urbano de viajeros. Pues Marruecos una vez independiente, entre las primeras medidas que tomó, estuvo la de “nacionalizar” el servicio de transportes terrestres por carreteras.
Vehículos de reparto de mercancías
Como ya hemos comentado anteriormente, a partir del año 1921 y más aún después de la pacificación de la zona de influencia española en Marruecos en 1927. Fueron muchos los empresarios melillenses y peninsulares que vieron aumentar las perspectivas de negocio en el territorio vecino. Teniendo en cuenta que gran parte de los productos que se importaban en nuestra ciudad para su posterior venta en el Protectorado, podrían fabricarse aquí, ya que eran básicos, económicos y de fácil manufacturación. Se crearon en Melilla un buen número de pequeñas fábricas que necesitaron también un elevado parque de vehículos para dedicarlos al transporte y venta de los productos elaborados.
Como este conjunto de fábricas tenían finalidades muy dispares, desde la confección de guantes, gabardinas, uniformes militares y calzado, hasta la elaboración de conservas de pescado, bebidas refrescantes, productos alimenticios e hielo, por citar algunas de las muchas actividades de éstas. Las carrocerías de los vehículos de reparto debían acomodarse al tipo de producto a transportar, a fin de optimizar su capacidad de carga.
Los camiones, de todas las marcas, venían de fábrica sólo provistos de chasis, motor, ruedas, dirección y media cabina. Encargándose los maestros carroceros melillenses, en sus numerosos talleres, de acoplar a los chasis las carrocerías adecuada a los deseos del cliente. Incluso algunas empresas construían sus carrocerías en talleres propios contando con la ayuda, por las tardes, de personal civil que trabajaba en los talleres de la unidad de Automovilismo del Ejército en Melilla. Con ello este personal obtenía una importante ayuda económica, pues sus nóminas solían ser de escasa cuantía en el Ejército, al igual que en las empresas privadas.
En los primeros tiempos, las marcas de vehículos industriales más vendidas eran las norteamericanas, como CHEVOLET, STUDEBAKER, DIAMONT, INTERNATIONAL y FORD. Posteriormente a éstas se unieron las europeas RENAULT, BERLIET, BETFORD, MERCEDES BENZ y OPEL, con menos capacidad de carga. Podemos mencionar que la empresa eléctrica GASELEC utilizaba camiones OPEL provistos de una escalera de tramos accionada a manivela. A partir de los años sesenta del pasado siglo, aparecieron los camiones de fabricación nacional, de marca PEGASO, BARREIROS Y EBRO, todos ellos con motores Diesel.
Como ejemplo de estas carrocerías construidas en Melilla, podemos mencionar varios casos: Las fábricas de bebidas carbónicas de Weil, José Hernández Navarro, Paya Hermanos y Francisco Ruiz Hidalgo, empleaban camiones carrozados con una especie de jaula con muchos huecos de distintos tamaños destinados a acoger cajas de refrescos pequeñas, gaseosas familiares y cajas de sifones. Además las dos primera empresas citadas contaban con fábricas de hielo – en aquellos años no disponíamos de frigoríficos en los hogares-. El hielo se obtenía en barras de 22 kilogramos de peso que se podían trocear en 1/4 barra a 1.50 ptas.; ½ barra a 3 ptas. o bien venderla completa al precio de 6 ptas.. Para el reparto adecuado de este producto, en las carrocerías de los camiones, entre la cabina y la parte de carga, se construía una especie de cajón metálico con la misma altura de la carrocería y 1,50 metros de anchura, forrado con corcho de unos 10 centímetros de grosor, y éste a su vez recubierto con una fina chapa de cinz. Debemos decir que entonces el hielo producido en Melilla era muy bueno, o bien estas neveras móviles estaban muy bien hechos, pues las barras de hielo que no se vendían podían de nuevo conservarse en las neveras matrices de las fábricas.
Para el reparto, las distintas fábricas de lejías y jabones, casi utilizaron exclusivamente vehículos de tracción animal. Más cuando emplearon camionetas, éstas tenían carrocerías de jaula con huecos a distintas alturas. Ya que la lejía se agrupaba en cajas de madera estrecha y alargada.
Podemos añadir, que si el camión estaba destinado a recoger cajas de pescado, sardinas y boquerones sobre todo, de la subasta en la Lonja del Puerto para llevarlas a las fábricas de conservas y saladeros como los de Dassori, Angel Herrero y Hermanos García. Disponían de bateas, cajas de carga de madera, sin laterales para facilitar la carga y descarga. Más de un motorista se llevó algún que otro susto al rodar sobre el rastro de agua de dejaban estos camiones en sus desplazamientos.
Los camiones dedicados al transporte de mercancías voluminosas, pero de poco peso, contaban con cajas de carga de madera pero con los laterales muy altos. Los vehículos destinados a la construcción contaban con cajas metálicas basculantes, con la diferencia que si bien ahora la basculación se hace hidráulicamente, antes lo era a manivela con el esfuerzo del conductor o su ayudante.
En aquellos tiempos, al haber en nuestra ciudad un gran número de tropa, la venta de vinos de Valdepeñas, Jumilla o Alicante era bastante buena. Más los caldos no llegaban envasados, sino a granel en bocoyes de 200 a 400 litros. Para el transporte de éstos, las cajas de carga de los camiones se construían de madera, sin laterales y reforzadas con pletinas de hierro, sobre todo en la parte trasera donde se enganchaban los “espolines”, dos largueros de madera reforzada, por donde a fuerza de los brazos de varios hombres se subían o bajaban las enormes barricas. Por cierto muy frágiles, por lo que había que evitar tuvieran cualquier golpe seco. Entre los numerosos almacenistas de vinos, estuvo “Bodegas Guerrero”, que compró en “Casa Parres” en el año 1937 un camión Chevrolet nuevo, provisto e chasis, cabina, motor y siete ruedas, por la cifra de 7.000 ptas.- “Bodegas El Gallo”, compró el primer camión FIAT, de gasoil, en los años cincuenta a su concesionario, el señor Alemany. Dos décadas más tarde, en los años setenta, la Agencia “GUMA” que despachaba en la Aduana estos envíos de vino, incorporó una gran novedad: Acopló a uno de sus camiones un Chevrolet de seis cilindros matriculado en 1953, una especie de tenedor de hierro de enormes dimensiones donde se acunaban las barricas y éstas podían ser subidas y bajadas fácilmente, al contar con un mecanismo hidráulico.
Hablando de carroceros, no sería justo dejar en el olvido a los antiguos obreros de empresas de autobuses como la C.O.A. que en sus talleres y supliendo con ingenio la falta de medios técnicos, construyeron los habitáculos de sus vehículos. Al igual que los empleados del Ayuntamiento que realizaron cubas para regaderas, y carrocerías específicas como las destinadas a la recogida de animales abandonados y transporte de carnes.
Por desgracia, ya no quedan de esos maestros artesanos, y lo que es pero, no nos hemos aprovechado de sus conocimientos para transmitirlos a jóvenes que hoy en día tendrían un buen trabajo como autónomo construyendo carrocerías especiales.
En los años cincuenta el parque automovilístico nacional comenzó a recuperarse después de los efectos devastadores de la guerra civil, siendo mayor la demanda que la oferta de coches. En Melilla, por su condición de Puerto Franco no había limitación alguna para adquirir vehículos de importación, y por ello muchos de los aquí matriculados terminaron algun tiempo después circulando por las carreteras de la Península.
Finalmente el número de matriculaciones en la ciudad experimentó un fuerte incremente a partir del año 1976, matriculándose entonces 1.434 vehículos. Cuando el año anterior únicamente se inscribieron 842. En 1989 se pasaron de los dos mil vehículos y diez años más tarde, en 1999, de las tres mil matriculaciones.
Escudería MELI-SPORT
Nació esta , única escudería melillense gracias al esfuerzo de su director y propietario Miguel A. Hernández, en el año 1987.
Contó con un vehículo, el fórmula Fiat-Uno, que participó en numerosas competiciones nacionales. Su primer piloto fue el melillense, y promotor, José María Navarro, quien fue reemplazado en 1988 por el madrileño Clemente Arroyo.
Tras crearse esta escudería, su entusiasta director pretendió crear si éxito la Federación Melillense de Automovilismo, para potenciar esta actividad deportiva. Así como la construcción de un circuito permanente automovilístico en la Explanada de Rostrogordo.
Finalmente esta singular experiencia automovilística se fue al traste un año después de crearse, en 1988, ante la falta de recursos económicos suficientes y nula ayuda oficial, a pesar de realizar el bólido propaganda turística de la ciudad desinteresadamente.
Por : Juan Díez Sánchez, Miguel Angel Hernández González, José Nieto Egea y Manuel Campos Varo
Fotos:
- Transporte público de pasajeros de tracción animal, conocido popularmente como “perrero”, a su paso por la actual Plaza de Menéndez Pelayo. Tras el mismo podemos observar el edificio de “La Reconquista” en su estado primitivo.
- Carruaje tipo diligencia que realizaba trayectos entre Melilla y los
principales campamentos de la zona oriental del Protectorado.
- Camión armón de Artillería, uno de los primeros vehículos automóviles que circularon por las calles de Melilla en el verano de 1909.